Existen desalmados en la red. Desaprensivos que utilizan sus portales como reclamos para incautos, los hacen caer en la trampa para ya nunca escapar. Inoculan sus obsesiones en los demás; los intoxican con sus mensajes. Envenenan al prójimo fácilmente, mostrando un pequeño cebo para después apropiarse de su alma.
El desgraciado que cae en sus arteras redes acabará ensimismado, aislado de los demás, obsesionado con alguien nacido hace años; buscando rastros imposibles en países remotos. Arrastrando sus torpes pies por caminos asolados. A veces se dará cuenta de su hechizo, intentará salir, despertar. Unos minutos más tarde volverá a entrar en trance.
Los propagadores de virus atenazan a sus víctimas con cadenas de búsqueda, grilletes digitalizados, y los atraen para siempre. Atacan en grupos desde varios ángulos, acorralando a la víctima, que viéndose perdida abrirá un blog sevillista.
El desgraciado que cae en sus arteras redes acabará ensimismado, aislado de los demás, obsesionado con alguien nacido hace años; buscando rastros imposibles en países remotos. Arrastrando sus torpes pies por caminos asolados. A veces se dará cuenta de su hechizo, intentará salir, despertar. Unos minutos más tarde volverá a entrar en trance.
Los propagadores de virus atenazan a sus víctimas con cadenas de búsqueda, grilletes digitalizados, y los atraen para siempre. Atacan en grupos desde varios ángulos, acorralando a la víctima, que viéndose perdida abrirá un blog sevillista.
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