Ayer volví a ver la película Quemar después de leer, de los hermanos Coen. Debo admitir que soy un entregado admirador de estos dos geniales lunáticos y de su maestría en mostrarnos la realidad a través del surrealismo. Es una película menor si se quiere, pero es una muestra más de cómo se puede hacer cine diferente; de contar un historia trágica, con escenas dramáticas, envuelta en un halo de comedia por momentos hilarante.
Después de la excelente No es país para viejos, los Coen vuelven con una película más en la línea de Fargo: Un grupo de personas abiertamente estúpidas, aunque se consideren genios, y un simple y a la vez complejo hilo conductor basado en historias entrecruzadas.
Estos dos hermanos directores están ya en un nivel de prestigio merecidamente alto, por lo que pueden contar con un elenco de actores situados en primera línea, al menos en la de la popularidad. Frances MacDormand, que ya ganara un Oscar por Fargo, vuelve a interpretar un papel similar: el de una mujer aparentemente simple y sensible pero que al final demuestra ser más inteligente que todos los demás. Un impagable John Malkovich, interpretando a un agente de la CIA al que han despedido y que vive en un estado de constante exasperación. Brillante Malkovich, como de costumbre.
A George Clooney no se le puede pedir demasiado, pero cumple con su papel de petulante mujeriego con buena nota, tal vez porque si en algo destacan los Coen es en su magistral dirección de actores. El papel asignado al irregular Brad Pitt no le deja mucho margen para el lucimiento, resultando excesivo a veces en su interpretación.
Pero quizá lo más interesante sea la galería de secundarios, sobre todo los que interpretan a miembros de los servicios de inteligencia. Desde el ruso que niega ser un espía declarando ser “Adjunto al Agregado Cultural de la Embajada Rusa”, auténtico homenaje humorístico a las novelas de la guerra fría, hasta un director de la CIA que se cuestiona, en la escena final, qué han aprendido después de todo. No me cabe duda de que la frase “La inteligencia es relativa” que aparece en el cartel anunciador de la película, tiene un mucho de mala uva y doble intención.
En definitiva, en mi opinión esta película garantiza un buen rato; tanto si se ve como simple comedia, como si se quiere buscar el sarcasmo y ácida crítica de estos dos hermanos directores.
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